Mientras más lo pienso no puedo entender por qué él insiste una y otra vez por mí; si mientras más lo razono, no acabo de comprender por qué decidió entregarse hasta morir.
¿Qué tengo yo para que él insista tanto? ¿Qué tengo yo para entregar, si ya todo lo he tirado por la borda de este barco llamado vida? ¿Por qué insiste tanto si no tengo nada para darle?
Me repito una y otra vez si acaso algún día se cansará de golpear a mi puerta. Pues lo he cambiado, ignorado y despreciado. Rechace su agua solo por beber del agua de esas fuentes rotas que solo causaron que la sed de mi alma se hiciera más intensa.
Si en alguna ocasión has creído esto, quiero decirte esto otro de parte de Dios:
Sin importar cuantos errores hayas cometido o sin importar cuán lejos pienses estar de Dios, él nunca ha dejado de anhelar lo único y más valioso que tienes, tu corazón.
Para Dios tu corazón es el lugar que anhela habitar. Pues él solamente busca tu disposición, no el cargamento de pecados que pudieras haber cometido en tu vida. Él quiere que sepas que ya los perdono en la cruz cuando decidió entregarlo todo por ti, solamente para expresarte cuanto te ama. Pues Jesús es un amante insistente y empeñado conquistar tu corazón.
Sabes, Dios me dijo hace mucho tiempo que quien conquista tu corazón, conquista tu vida. Pues tu corazón es el lugar estratégico que Dios no se cansara de conquistar, tu corazón es el tesoro especial que valió la pena comprar con sangre. Además, si esto no te hace único, no sé qué más lo puede hacer.
Si el pecado insiste en robar tu corazón ¿cuánto más crees que el amado insiste en conquistarlo con sus dulces cuerdas de amor? Pues el pecado no pide permiso para entrar, pero Jesús toca a tu puerta para intimar contigo, así que si vas a abrir la puerta de tu corazón, que sea para que el amado entre, y si la vas a cerrar, que sea para que Jesús nunca más vuelva a salir de tu vida.
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